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Tuno: la corteza de oro de la cooperativa de mujeres mayangna de Sakalwas

1 septiembre, 2022
Adela Mercado Frank elabora un sombrero de tuno en la cooperativa Mayaring Sak. Este sombrero cuesta 700 córdobas.
Adela Mercado Frank elabora un sombrero de tuno en la cooperativa Mayaring Sak. Este sombrero cuesta 700 córdobas.

En el corazón de la comunidad mayangna Sakalwas que queda a pocos kilómetrso de la finca El Chingo de MLR Forestal en Bonanza, en medio de las casas de madera levantadas a la manera tradicional indígena, hay una vivienda de concreto donde se resguarda parte importante de las costumbres ancestrales de este pueblo: la corteza de tuno, que trabaja una cooperativa de mujeres mayangnas.

Maritza Taylor Frank, de 40 años de edad, está sentada junto a una de las ventanas de la vivienda pintada en rosado. Es miembro de la cooperativa de mujeres mayangnas Mayaring Sak que, traducido al español, significa «La raíz de las mujeres mayangnas de Sakalwas. Las dieciocho mujeres que la integran se dedican a elaborar diversos productos con la corteza de tuno.

«La corteza de tuno es una figura importante en la nación mayangna pues para nuestros ancestros era el elemento principal para hacer sus vestidos, sus ropas de camas y representa nuestra etnia, nuestra cultura», reflexiona Taylor.

Local de la cooperativa Mayaring Sak en la comunidad mayangna de Sakalwas, en Bonanza, Región Autónoma de la Costa Caribe Norte.

Rescatando una tradición ancestral

Adela Mercado Frank de 60 años de edad, es la madre de Maritza. Escucha la conversación atenta y las pocas veces que interviene lo hace en mayangna. Taylor explica que, aunque entiende español, lo habla muy poco. «Ella aprendió de mi abuela materna porque la observaba trabajando este material», traduce.

Gracias a atender lo que su madre hacía, doña Adela también aprendió a procesar el tuno para vender los productos elaborados y fue por eso que Taylor pensó en formar la cooperativa. «La idea de esta unidad de mujeres es saber qué es lo que hay en el fondo porque tal vez mi mamá tiene los conocimientos, pero no los transmite. Entonces ya estando el grupo de mujeres de diferentes edades, nos dimos cuenta que el tuno es de mucha importancia pues nuestras costumbres y tradiciones se están perdiendo y de esta forma pudimos rescatarla».

El proyecto ya tiene seis años en pie, cuenta con su junta directiva, un par de máquinas para bordar y el local físico. El siguiente paso es la creación de su marca.

La tela que se obtiene de la corteza de tuno es lavable y se puede planchar. Aquí se observa el tuno oscuro y el claro.

Quieren volver a participar en las ferias nacionales

Gracias a los recuerdos de doña Adela y de otras personas mayores de la comunidad, las integrantes de Mayaring saben que anteriormente la tela que se obtiene de la corteza de tuno se utilizaba para confeccionar productos de uso doméstico, «sin embargo ahora nosotros hacemos diferentes productos como sombreros, bolsos, carteras, estolas para promociones y hasta vestidos de novia si nos encargan», puntualiza Taylor.

Esta tarde, en el local de la cooperativa hay movimiento, pero Maritza, que también es profesora, se muestra un poco apesadumbrada al confesar que «casi no hay visitas por los problemas de los huracanes, del covid y eso nos hace sentir estancadas, porque solo como dos veces hemos participado en las ferias nacionales; nosotros queremos volver a las ferias, vender los productos y mejorar nuestra economía».

Sobre una mesa de madera, hay dos láminas de corteza de tuno extendidas, una de color más claro que la otra. La señora Adela cuenta, con ayuda de Maritza, cómo se obtiene esa especie de tela un poco áspera. «Este árbol surge en la reserva (de Bosawas) y cuando crece, se saca la corteza solamente, luego se machuca para que se suavice, pero en ese momento no queda como una tela, sino que tenemos una maquinita que ayuda a suavizar más y a continuación lo planchamos. También está el tuno blanco que no se puede sacar en todas las épocas del año y eso lo vuelve más costoso debido a que requiere más trabajo».

La cooperativa de mujeres mayanga quiere acabar con la discriminación

Observando a su hija Yubelka Devis, la cuarta generación de su familia que en la cooperativa de mujeres mayangnas trabaja con el tuno, Maritza puntualiza diciendo que «solamente entre mujeres nos entendemos. Tenemos la costumbre de que la mujer debe estar en la casa, no debe salir, pero de esta forma nosotras vamos saliendo de esa discriminación y cambiando esa idea».

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