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Primer aniversario de Eta y Iota: MLR y comunidades trabajan de la mano
Hace un año, en noviembre de 2020, Francisco Miguel, el síndico de Mukuswas, tuvo una tarea muy difícil: pedirle a sus hermanos mayangnas que abandonaran sus hogares. Sobre ellos había un peligro inminente. El huracán Iota, de categoría cinco, estaba próximo a impactar sobre sus tierras en el Caribe Norte de Nicaragua. «Nosotros fuimos los encargados de sacar a las personas, de ir a avisar. Muchas familias pensaban que si dejaban sus casas iban a perder sus cosas, entonces les dijimos que lo material se podía reponer, pero que para las vidas no hay repuesto. Con esa expresión los convencimos», recuerda ahora Miguel, originario de Mukuswas en el territorio Mayangna Sauni Arungka Matumbak.
En las oficinas centrales de MLR Forestal aquellos días también se vivieron con mucha zozobra. El huracán Eta, que tocó tierra en Nicaragua el cuatro de noviembre, se caracterizó por mucha lluvia, lo que hizo que el suelo se saturara. El Iota, su ojo, pasó por Siuna el 17 de noviembre. «La escena horas después de Iota era dantesca», describe Luis López, gerente de Desarrollo Sostenible de MLR Forestal. Tanto el territorio mayangna como MLR están ubicadas en el llamado Triángulo Minero del país.
«Los huracanes nos dejaron desbaratados»
Arnulfo Taylor es síndico territorial y vive en Ispayulilna. Con su conocimiento del pueblo mayangna afirma que «desde hace siglos nuestros ancestros son conservadores de los recursos naturales». Sin embargo, eso no los ha eximido de la furia de la Madre Tierra. «Estos fenómenos naturales nos han afectado tanto en el tema de biodiversidad como en seguridad alimentaria. Los huracanes destruyeron completamente las parcelas donde tenemos las plantaciones de arroz, maíz, banano, yuca, plátano, que de ellas vivimos», puntualiza.
Tanto Miguel como Taylor coinciden en la vulnerabilidad de sus comunidades. Miguel lo explica con pesadumbre: «Las condiciones de las viviendas no son adecuadas. En Mukuswas, de donde yo soy, nos refugiamos en la escuela primaria y en la iglesia morava. Sufrimos, no teníamos condiciones, no había una cocina, agua para tomar. Fue una situación crítica la que tuvimos». Por su parte, Taylor lo resume de forma tajante: «Los huracanes nos dejaron desbaratados».
La luz después de la tormenta
Sin embargo, no todo fue oscuridad en aquellos días. Denis Benítez, vicepresidente del Gobierno Territorial Indígena (GTI) recuerda que gracias al monitoreo de las autoridades, hubo un aviso anticipado que permitió salvar vidas. Además, luego del azote de los ciclones, «MLR contribuyó, le ha ayudado con víveres a las familias del territorio y en temas de reforestación porque firmamos un convenio y vamos a hacer un vivero».
Benítez se refiere al convenio de relacionamiento comunitario y cooperación mutua firmado por MLR y tres comunidades del territorio Matumbak: Pansuhwas, Mukuswas e Ispayulilna. Dicho acuerdo, firmado en enero, establece como ejes principales la protección del medio ambiente y los recursos naturales, el desarrollo social de estas comunidades indígenas en el marco del respeto a los pueblos originarios, sus normas y autoridades de gobernanza y sus costumbres. En el documento también se estipula la reforestación de las áreas afectadas por los huracanes Eta y Iota.
Levantar la madera caída, recuperar las áreas de protección
En los terrenos de MLR, Iota derribó cerca de 500 hectáreas de teca joven, de entre siete y diez años de antigüedad. «También afectó grandemente las plantaciones de cacao porque estaban en pleno proceso de floración y los vientos hicieron que las plantas botaran las flores. En las primeras horas estuvimos revisando las áreas de protección y vimos muchos animales fuera de su hábitat natural. Incluso descubrimos una especie de monos que no habíamos visto que de repente salió», profundiza López.
Ante el panorama adverso, la empresa tomó medidas en dos vías. Por una parte, «se empezó a levantar la madera caída, iniciamos el montaje de una nueva industria para hacer una primera transformación y poder ubicarla de una forma más atractiva en los mercados que la consumen y en el caso del cacao tocó esperar».
Mientras que en las áreas de protección, «buscamos cómo auxiliar a los animales a los que se les interrumpió su desplazamiento, sus áreas de conectividad biológica, también dejamos alimentos en algunos sitios para que sobrevivieran, extremamos medidas de vigilancia, trabajamos en el rescate y la reubicación. Por el clima, muchas especies arbustivas y de rápido crecimiento fueron repoblando los lugares y ahora podemos decir que en su mayoría estas áreas han sido recuperadas,» dijo López.
«Este proceso nos ha comprometido más con el medioambiente»
Para los sectores donde no se pudo regenerar la vegetación, MLR aplicó el plan de enriquecimiento con especies forestales nativas de la zona. López indica que «en 2021 se produjeron una cantidad de diez mil plantas nativas entre Caoba del Atlántico, Cortez, Guapinol y algunas especies frutales para que sirvan de comederos de algunas especies. A la par de esto se hicieron aproximadamente cinco intervenciones para enriquecer áreas de protección».
López ve por la ventana de su oficina. El cielo de noviembre luce plomizo, pero no hay pronóstico de lluvia. «Este proceso nos ha comprometido más con el medioambiente, entre los colaboradores hay mayor conciencia de responsabilidad ambiental que nos permite destacarnos como una empresa sostenible con los recursos naturales. El huracán no nos detuvo».
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