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Marvin Fonseca: el joven que supervisa el vivero de MLR Forestal
Dos eventos ocurridos en su infancia marcaron la vida de Marvin de Jesús Fonseca: la muerte de su padre cuando él apenas tenía año y medio de edad y el inicio de su vida laboral a los catorce años. Debido a lo primero, su mamá tuvo que hacerse cargo de él y sus ocho hermanos y gracias a lo segundo surgió su amor por el cacao. Esto sucedió porque en la primera empresa donde laboró, cortaba material genético para injertar.
«Estuve tres o cuatro años, aprendí a injertar, me enamoré del cacao y con el tiempo me pusieron a dirigir grupos de injertadores. Recuerdo que el primero era de diez personas y yo era menor que todos y me decían El Niño», cuenta.
Empezar a trabajar tan joven fue una consecuencia de la ausencia de su padre. Cuando éste falleció, solo uno de los hermanos de Marvin era mayor de edad así que los más pequeños pronto se involucraron en las tareas de campo de la pequeña finca familiar ubicada en El Tuma-La Dalia, Matagalpa. Después, surgió la oportunidad de laborar en una empresa privada y Marvin la tomó.
A partir de su primera experiencia, Marvin no paró. Uno de los ingenieros de la compañía de cacao lo llevó a Tipitapa a establecer un vivero «de doscientas mil plantas» y a liderar grupos de injertadores que debían moverse a diferentes partes del país. Para entonces, Marvin ya había terminado la secundaria, pero no había iniciado la universidad.
«Fue bastante duro. Por ejemplo, me tocó estar seis meses en Nueva Guinea sin ir a mi casa. Ahí anduve de una finca a otra, lavaba mi ropa en caños, la ponía a secar en la capota de la camioneta. Se trabajaba de cinco de la mañana a seis de la tarde y de noche viajábamos a otra finca», rememora.
El afán por aprender y su «peor decisión»
En Tipitapa Marvin trabajó dos años para otra empresa, esta de origen israelí y fue un gran reto para él. «Yo tenía que llevar la administración del vivero, pero entendía un 10, 20 por ciento de Excel, entonces me dedicaba en la noche porque quería aprender. Buscaba en Google las fórmulas. Aprendí solo, ahora domino Excel al 80 por ciento», comenta orgulloso.
Durante 2014 y 2015 estudió Agronomía en la Universidad en el campo perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), pero abandonó la carrera por dedicarse al trabajo. «Esa ha sido mi peor decisión, pensar que estaba bien en mi trabajo y que para qué iba a seguir estudiando. Los humanos cometemos errores y ese ha sido uno de los míos», se lamenta.
Marvin se describe como una persona que le encanta estudiar. Es un apasionado de las matemáticas y hace cuatro años volvió a la universidad, pero en otra carrera: Enfermería. Él afirma que el cambio radical se debió a que le encanta el campo, «pero hay momentos en que uno se agota y además quería aprender de algo más».
Agricultor, estudiante de Enfermería y supervisor de vivero
Los estudios de Enfermería Marvin los llevaba sabatinos y dominicales, así podía dedicarse a la agricultura durante la semana. Logró hacerlo por un año. «Para el segundo año surge un proyecto de cacao en Bluefields. Yo viajé de Bluefields a Matagalpa durante cuatro, cinco encuentros, luego el proyecto terminó, invertí todo en mis estudios porque ya había empezado prácticas y después con la agricultura ya no me daba, surgió una oportunidad laboral en una finca en Granada, traté de compaginarlo con los estudios, pero no pude y de nuevo dejé la universidad».
Fue después de la experiencia de Granada que lo contactaron con Gino Zambrano, director de operaciones de MLR Forestal. A MLR Marvin llegó como injertador, sin embargo cuando la anterior supervisora del vivero dejó el puesto, le ofrecieron a él la responsabilidad. Y la tomó.
Durante la conversación, Marvin menciona varias veces a su mamá. Para él lo más difícil sigue siendo estar lejos de ella y su mayor interés se resume en apoyarla y compartir a su lado. De todos sus hermanos él es el más cercano a ella y, ya que él vive en Siuna y ella en La Dalia, asegura que trata de llamarla al menos día de por medio.
A sus 26 años, este muchacho moreno y delgado habla como si fuera veinte años mayor. «Me tocó madurar joven, pero todo lo que he hecho es para salir adelante, me gusta pensar en el futuro», dice con una sonrisa.
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